28.9.05

28._ Éxodo

Existe una narración de la Biblia en donde el Dios de Israel se revela con especial intensidad: nos referimos al libro del Éxodo, al relato de cómo las tribus de Israel fueron liberadas de la esclavitud de Egipto y conducidas a la Tierra Prometida. Dios se manifiesta a Moisés en el monte Sinaí (u Horeb), en medio de una zarza, o arbusto, que arde sin consumirse; le encomienda la misión de liberar al pueblo israelita de la esclavitud en Egipto, y se da a conocer como el Dios de los antepasados, que ahora revela su nombre: "ehyeh'asër'ehyeh", que dicho en tercera persona es: "Yahvé".
Este acontecimiento, narrado como comienzo del mito fundacional de la nación de Israel, nos muestra a Moisés como un "profeta", un inspirado por Dios, un receptor/emisor del mensaje que viene de Dios trascendente, desde el futuro de la Novedad Última.
Los detalles físicos del relato: el monte, la zarza, la voz de Dios, no son importantes en sí mismos, ni el acontecimiento como un hecho material y real en la historia, sino en cuanto forman parte del mensaje y de su correcta interpretación. Pensamos que la cima del monte es una imagen de la cúspide del proceso de evolución cósmico, que la zarza ardiendo es una imagen de la emergencia de la trascendencia, y el nombre, que según la traducción sostenida por algunos filólogos y expertos sería: "yo seré el que seré" (mejor que el "yo soy el que soy" tradicional) --en tercera persona: "el que será"--, expresa el futuro definitivo de la Novedad Última.

Queda la misión de liberación: ella es una imagen del plan de salvación de Dios, de liberar a toda la humanidad --representada por Israel-- de su condición ínfima y efímera --representada por la esclavitud-- en el universo temporal --representado por Egipto-- para llevarla a la vida eterna --representada por la Tierra Prometida.

Así pues, "Yahvé, en la cima del monte Sinaí, se propone liberar a Israel de su esclavitud en Egipto para llevarlo a la Tierra Prometida", debe interpretarse como: "El-que-será, desde su trascendencia en la cúspide del proceso cósmico, se propone salvar a la humanidad de su condición temporal y mortal, para darle la vida eterna con Él".

Después vienen los episodios sabidos: las plagas, la prodigiosa huída, la marcha por el desierto, la alianza en el Sinaí, la construcción del santuario, y posteriormente la conquista de la tierra de Canaán. No creemos que haya en ellos intervenciones milagrosas de Dios, sino, en cuanto tengan una base histórica, que son episodios "normales" narrados en clave mítica; representan leyendas y tradiciones ancestrales, fundacionales, de la nación de Israel, transmitidas primero oralmente y transcritas después en épocas muy posteriores a los hechos narrados, con las consiguientes fabulaciones legendarias, pero conservando un mensaje central esencial.

Por ejemplo, probablemente, según hemos oído, las "plagas" y la división de las aguas sean versiones legendarias de las catastróficas repercusiones, en Egipto, de una excepcional crecida del Nilo combinada con la gigantesca erupción volcánica que tuvo lugar en la isla de Tera (hoy Santorini) al norte de Creta (ocasionando además la decadencia de la civilización minoica); la anormal crecida del Nilo habría causado el enrojecimiento de las aguas, proliferación de ranas, mosquitos, moscas y langostas, y peste (¿ántrax?); después, la erupción habría provocado lluvias de ceniza, oscurecimientos, pánico, y un gran maremoto que llegó hasta las costas de Egipto causando primero una retirada y luego una brusca crecida de las aguas en el "mar de las cañas", por donde habrían pasado las tribus hebreas.

Pero la acción de Dios, en nuestra opinión, no está en ningún hecho físico, sino en las mentes de quienes interpretaron estos hechos en clave religiosa, y no exactamente en sus propias interpretaciones, sino en las "interpretaciones de interpretaciones" posteriores, que desvelaron finalmente el verdadero plan de salvación, obra de Yahvé, - "El que será" -, para toda la humanidad pasada, presente y futura.

La conquista de la Tierra Prometida por parte de Israel se convierte así, como hemos dicho, en una imagen, un anuncio, un anticipo, de la futura resurrección de toda la humanidad a la vida eterna. La alianza de Yahvé con Israel - la Antigua Alianza, el Antiguo Testamento - representa la promesa solemne de Dios, su mensaje de salvación para todos los hombres.